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UNIÓN CIVIL NO MATRIMONIAL

Un paso que puede torcernos el pie o enderezarnos el camino

Publicado: 2013-09-17


Algunos de los cantinflescos argumentos dados en contra del matrimonio homosexual son que este debilitaría el matrimonio heterosexual o que no se puede legislar sobre los gustos de las personas y que si ahora se aprueba el matrimonio entre personas del mismo sexo, mañana se aprobará el matrimonio de un hombre y una lavadora, o payasada por el estilo. A lo primero digo que el matrimonio heterosexual ya está bastante deteriorado y no es por culpa de los homosexuales, es nuestra naturaleza. A lo segundo, pues, inserte risas.

El matrimonio (además de ser una figura romántica, casi de ficción, y casi casi una huachafada) y la convivencia (eso que ahora es casi como un matrimonio, pero más barato y práctico), son las instituciones que otorgan derechos –y obligaciones– recíprocas entre dos personas (sí, sólo dos) que, por la razón que sea, han decidido formar una comunidad, una sociedad. En ambos casos deben cumplirse ciertos requisitos, uno de ellos es la manifestación de voluntad de las partes, razón por la cual no te puedes casar con un incapaz absoluto (menor de edad, enajenado, un interdictado, ciego-sordo, y otros más especificados en la ley) y, por su puesto, menos con una lavadora (pues, ya, los legisladores que tenemos no entienden ni siquiera esos conceptos mínimos. Piensa bien tu voto la próxima vez).

Por eso (y por conservadores, románticos y casi por huachafos, cuando no por vanidosos) la gente –entre ellos los homosexuales, que también son gente, aunque no le guste a algunos– quiere casarse.

A estas dos figuras legales se le quiere añadir la de “la unión civil NO MATRIMONIAL entre personas del mismo sexo”, que es como decir, los vamos a hacer convivientes, que es casi como el matrimonio pero más barato, pero sin casi matrimoniarlos. O sea, una chanfaina legislativa típica de países bananeros y sociedades estancadas en el pasado lejano que no entienden para qué demonios existen las leyes.

Claro que también lo podemos ver como un paso adelante, no sólo desde el punto de vista social sino también legal.

Veamos. Promover esta “unión civil no matrimonial” (ya explicó el bien intencionado legislador Bruce que esto es para que no se enronche el señor Cipriani) es contrabandear el matrimonio civil para los homosexuales. No es un paso concreto y rotundo hacia adelante, es un paso de costadito que nos permite avanzar por entre las piernas de la multitud, una criollada, una pendejada, un producto de la celebrada creatividad peruana que resuelve y no la chanfaina mental que tenemos los peruanos respecto de, primero, los homosexuales; y, segundo, de los derechos de las personas, sea con quien sea que nos metamos en la cama (aunque sea con una lavadora). Pero, sí, al menos es avanzar y es al menos una conquista, una pequeña batalla ganada que no debe dejar a la comunidad LGTB satisfecha, sino que debe animarla a ganar la guerra por la conquista de sus derechos.

Legalmente, es lo mismo. Es la acumulación de una ley sobre otra que regulan, de forma tan dispersa y asistemática una misma cosa: los derechos y obligaciones de dos personas que –idealmente– se aman y quieren unir sus vidas –y sus patrimonios– hasta que el aburrimiento los separe. Todo un esfuerzo en vano en lugar de abolir el matrimonio y dejarlo todo en convivencia; o abolir los dos y dejarlo todo en "unión civil" (sin el huachafo y cobarde “no matrimonial”), lo que significaría un gran avance legislativo y nos ahorraría la cansina conceptualización y definición de matrimonio y su diferencia con la convivencia y la de estas con la unión civil... ya saben lo que sigue.

Si la comunidad LGTB ve esto como un aliciente, es positivo, así como si nos ayuda a entender que el matrimonio civil no puede, NO DEBE estar emparentado con el matrimonio religioso, sino que debe ser un consenso de voluntades destinadas a la creación de derechos y obligaciones recíprocas, como un contrato cualquiera como los hay en la vida social y económica de las personas. Pero, si vamos a celebrar esta iniciativa y quedarnos todos panchos pensando que con eso ya somos una sociedad casi moderna y avanzada y con el problema resuelto, pues, ya les digo se nos vienen más dolores que satisfacciones. 

Esto, como dije, no es un firme paso adelante, es un empujón como el que tenemos que dar todos los días en una combi llena para poder bajar.


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SABRÁN DISCULPAR

por Miguel Ángel Peña