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Autogol de Santos

Publicado: 2012-06-06

Decir que Gregorio Santos no iba a jalar agua para su molino con todo este tema de la protesta antiminera (legítimo o no, no es el tema aquí) es como decir que encontramos una granadilla sin pepa. Tan ingenuos no somos.

El negocio parecía estar saliéndole bien al señor, ha logrado, hasta el momento, ser una piedra en el zapato de Humala y más aún ahora que a la protesta se ha unido Espinar, en Cusco, y a cada tanto salen imágenes de policías golpeando sin razón aparente y con innecesaria brutalidad sino a pobladores a uno que otro periodista. Pero, como siempre pasa con la gente que se emociona mucho cuando llega a cierto punto, Santos ayer metió la pata y la metió, al menos, hasta la rodilla.

Como dije, que la protesta antiminera en Cajamarca sea legítima o no, no lo discutiré aquí, aunque tenga una opinión formada al respecto; y que Santos está haciendo un enorme trabajo por allá en esa línea, pues, innegable, pero de ahí, de buscar beneficio político o para el pueblo a llamar a la insurgencia y traerse abajo a un presidente legítimamente elegido ya hay cierta distancia.

No es que quiera que nos fajemos con Humala y le aguantemos sus silencios y negocios que, aparentemente, no benefician a nadie más que a los de siempre. Si hay que protestar, se protesta; si hay que ser fuertes, se es fuerte. Pero, para bien o para mal se le eligió (aunque casi siempre parece que elegimos para mal) dentro de un sistema democrático, joven, endeble, a veces con pinta de tuberculoso terminal, sí, pero democrático al fin y al cabo. Sacar a Humala a menos de un año de su mandato por hacer lo mismo que han hecho –y que harán– esos caudillos a los que el pueblo tanto gusta entronar en el poder sólo traerá como consecuencia el hacer más precario, si no destruirlo por completo, el sistema que mal que bien estamos manteniendo hace una veintena de años nada más.

Eso, por supuesto, es inaceptable y, como quiera que lo hecho ayer por Santos raya con el delito, él mismo se ha puesto una soga al cuello y a ver si con suerte se rompe y no lo estrangula antes de que pueda gritar “soy inocente”. Podría ser sino el fin, al menos una pausa, en el historial político de Santos, que de seguro esperará que el pueblo lo apoye como a Mollohuanca.

Esto, claro, no será el fin de la protesta ni se calmarán las aguas para que Yanacocha vaya y derrame más mercurio retome las actividades suspendidas. Ya surgirá alguien más, de ser sacado Santos del partido con tarjeta roja por cometer falta, y la cosa seguirá porque las cosas seguirán igual a menos, claro, que le cierren la cuenta en twitter a Nadine Heredia y Humala pierda miedo escénico (ah, sí, y que saque a Valdez del premierato).


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SABRÁN DISCULPAR

por Miguel Ángel Peña